Si bien es cierto; ser peruanas es un gran honor y un privilegio muy grande debido a nuestros legados históricos y nuestra variada flora y fauna, pero en muchas ocasiones nosotros no sabemos aprovechar lo que tenemos y muy por el contrario lo maltratamos, hasta que llega a perder su esencia pura.
Un claro ejemplo de esto es nuestro Río Rímac que como podemos observar sobre todo nosotras que vivimos muy cerca de él.
A diario lamentablemente tenemos que observar que lo están contaminado. Nuestros abuelos nos cuentan que era un hermoso río con peces y hasta camarones y ahora sin ninguna especie lleno de basura .
Los pocos peces que aún surcan sus aguas habitan en las zonas de la sierra de Lima, antes del cruce con el río Blanco, en San Mateo. Los camarones han desaparecido. “El 85% de su biodiversidad ha muerto. Recuperar sus aguas costaría más de US$4 mil millones y tomaría de diez a veinte años”, dice el exministro de Energía y Minas, Pedro Gamio.
Desde sus nacientes y a lo largo de sus 145 kilómetros de extensión, sus aguas van dejando de ser cristalinas y adquieren tonalidades ocre, rojizas y hollín.
Luego de la Atarjea, el río está virtualmente devastado por la contaminación.
¿Cómo se convirtió el Rímac en el basurero de la ciudad de Lima?
Es una interrogante que nosotras nos planteamos y que aún no encontramos una respuesta concreta y razonable.
La biodiversidad, flora y fauna que anidaba en sus aguas y daba color al cauce del río, casi se ha extinguido. Con excepción de las pocas truchas que habitan en las alturas de San Mateo, el resto de animales son solo parte del recuerdo. Esto se debe a la gran cantidad de descargas orgánicas e inorgánicas que reducen la cantidad de oxígeno disponible y contaminan el río con compuestos químicos.
Por la historia, sabemos también que no solo había camarones en el Rímac. En sus riberas se levantaban árboles de lúcuma, pacay y huarangos. Hoy todo el cauce del río que discurre por las zonas urbanas es árido y reflejo el desorden y el caos de una ciudad que ha crecido sin planificación.
Incluso se puede ver a la gente inconsciente arrojando basura al río.
Esperemos que esto cambie para ello le pedimos la toma de conciencia y la reflexión a todas las personas. Ya que si este problema continua pronto nos quedaremos sin ríos; siendo nosotros los únicos culpables del calentamiento global y nuestro rápido deterioro ambiental.
Nosotras hemos decidido cambiar y no arrojar basura al río ya que sabemos todas las consecuencias que esto puede traer.
Un claro ejemplo de esto es nuestro Río Rímac que como podemos observar sobre todo nosotras que vivimos muy cerca de él.
Los pocos peces que aún surcan sus aguas habitan en las zonas de la sierra de Lima, antes del cruce con el río Blanco, en San Mateo. Los camarones han desaparecido. “El 85% de su biodiversidad ha muerto. Recuperar sus aguas costaría más de US$4 mil millones y tomaría de diez a veinte años”, dice el exministro de Energía y Minas, Pedro Gamio.
Desde sus nacientes y a lo largo de sus 145 kilómetros de extensión, sus aguas van dejando de ser cristalinas y adquieren tonalidades ocre, rojizas y hollín.
Luego de la Atarjea, el río está virtualmente devastado por la contaminación.
¿Cómo se convirtió el Rímac en el basurero de la ciudad de Lima?
Es una interrogante que nosotras nos planteamos y que aún no encontramos una respuesta concreta y razonable.
La biodiversidad, flora y fauna que anidaba en sus aguas y daba color al cauce del río, casi se ha extinguido. Con excepción de las pocas truchas que habitan en las alturas de San Mateo, el resto de animales son solo parte del recuerdo. Esto se debe a la gran cantidad de descargas orgánicas e inorgánicas que reducen la cantidad de oxígeno disponible y contaminan el río con compuestos químicos.
Por la historia, sabemos también que no solo había camarones en el Rímac. En sus riberas se levantaban árboles de lúcuma, pacay y huarangos. Hoy todo el cauce del río que discurre por las zonas urbanas es árido y reflejo el desorden y el caos de una ciudad que ha crecido sin planificación.
Incluso se puede ver a la gente inconsciente arrojando basura al río.
Esperemos que esto cambie para ello le pedimos la toma de conciencia y la reflexión a todas las personas. Ya que si este problema continua pronto nos quedaremos sin ríos; siendo nosotros los únicos culpables del calentamiento global y nuestro rápido deterioro ambiental.
Nosotras hemos decidido cambiar y no arrojar basura al río ya que sabemos todas las consecuencias que esto puede traer.